Vivir es fácil con los ojos cerrados: Una propuesta modesta y sincera

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Un fotograma de la película. /

Hay algo definitivamente anacrónico en la forma que David Trueba lanza a sus personajes a la carretera en Vivir es fácil con los ojos cerrados. Un punto extraño, igualmente equidistante de las magníficas tragicomedias de Fernando Fernán Gómez como del acartonado atrezo sentimental de Cuéntame.

Road movie en la España franquista, protagonizada por perdedores en busca de algo parecido a la felicidad, Trueba logra construir una fábula de gran tirón humorístico (por algo Javier Cámara es heredero natural de cómicos de la altura de Alfredo Landa o José Luis López Vázquez), a la vez que consigue retratar (sin saña y con respeto) la amargura latente en la España del blanco y negro del NO-DO.

Como es habitual en la obra del realizador, su cine sigue demasiado pendiente del uso de la palabra dada (de ahí el tono teatral de la cinta) que de la puesta en imágenes.

Una falla que la película logra sortear gracias a lo modesto y sincero de su propuesta: en la conquista de la épica (la búsqueda de John Lennon en Almería) acaba triunfando, por encima de todo, un romanticismo sublevado, que nos permite a todos ser un poco más optimistas. Poco importa lo malos que sean los tiempos que corren.

Ficha técnica: Calificación: [*** - Buena] | País: España. | Año: 2013. | Duración: 108’ | Dirección y guion: David Trueba | Reparto: Javier Cámara, Natalia de Molina, Francesc Colomer, Ramón Fontseré, Rogelio Fernández Díaz, Jorge Sanz, Ariadna Gil.